Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1967/68


La temporada que ahora abrimos es un auténtico desastre y una completa ruina para el club caspolino. El equipo desciende de categoría, ocupando la última posición de la tabla con tan sólo nueve puntos y una sanción por incomparecencia a Teruel. El entrenador es despedido a mitad de campaña y bajo la amenaza de denunciar el contrato cobra lo adeudado. Pasan hasta 27 jugadores por la disciplina caspolina, siete de ellos porteros. Hay dos jugadores que intercambian siete posiciones en la alineación y tan sólo un componente de la plantilla logra completar la temporada con el mismo dorsal a la espalda. El Caspe recibe las mayores goleadas de la Liga y una de ellas frente al segundo peor clasificado de la competición. Si todo esto ocurre en el terreno deportivo, económicamente el balance no arrastra mejor suerte; los jugadores cobran en especie al final del torneo, saliendo el mejor librado con una gabardina, otro con una maleta y al último justo le llega para recibir un bolígrafo por los veintinueve partidos disputados.

El Caspe había concluido el curso precedente con tres negativos y una aparente normalidad. Normalidad que se resquebraja cuando tres de sus miembros deciden emigrar del pueblo y aceptar ofertas más sustanciosas. Mariano Gómez y Clavero fichan por el Calvo Sotelo de Andorra y José Diego marcha a Tortosa a cambio de un puesto de trabajo. Si sensibles son las tres bajas, el vacío que deja Gómez Callao (dirigía los entrenos en ausencia del preparador oficial) es cualitativamente un duro golpe que afecta a las relaciones internas de la plantilla, además de provocar un corrimiento de fuerzas en el seno dirigente del club.

Transcurridos los días más calurosos del verano y con la Liga llamando a la puerta, el club todavía no conoce los rectores que deben gestionar el futuro inminente. Se han sucedido dos Juntas generales y no ha primado el consenso. Ante la peligrosa situación reinante, se habla de desaparición y no será la única vez que tal vocablo aparezca en la terminología de los aficionados en la presente temporada. El alcalde Alfonso Pérez y Joaquín Celma promueven una nueva cita (20 de agosto) de la que sale una nueva Junta encabezada por la propia primera autoridad:

Presidente: Don Alfonso Pérez Morales.
Vicepresidente 1.º: Don José Franco Zaurín.
Vicepresidente 2.º: Don Octavio Ferrer Pallás.
Vicepresidente 3.º: Don Joaquín Celma Azcón.
Secretario general: Don José Callao Centellas.
Secretario técnico: Don Florencio Repollés Julve.
Tesorero: Don Emilio Peralta Villanova.
Vocales: Don Manuel Camas Timoneda, don Manuel Guiu Sancho, don José Cubero Zabay, don Eloy Oró Duaigües, don José Verdaguer Solé, don Francisco Baselga y don Antonio Fraguas Landa.

La reunión sirve a un doble objetivo: certificar la Junta rectora y poner las bases para un nuevo periplo económico, comprometiéndose el alcalde en una campaña personal que fructifique las sesenta mil pesetas cifradas para el inicio del campeonato: "el Ayuntamiento sólo contaba con un presupuesto de ocho millones y era evidente que no podíamos sustraer ninguna cantidad de las arcas municipales". Finalmente, se adelanta el cobro de cuotas, recaudándose la cantidad precisa para iniciar la competición.

El partido que rompe el fuego beneficia al Caspe por cuatro a dos. "Antes de iniciarse -publica la Hoja del Lunes- en un simpático acto presenciado por numeroso público, se impuso la Insignia de Oro del Club, en primer lugar, al señor Pérez Morales, por su loable gesto de aceptar la presidencia, evitando así la desaparición del club de tan limpio historial en el Bajo Aragón, y, seguidamente, a los vicepresidentes Joaquín Celma y Octavio Ferrer". El acto protocolario se cierra "con la entrega de los trofeos de la anterior temporada al jugador más regular (Burillo) y al máximo goleador (Nicolás), comenzando seguidamente el encuentro".

Con el torneo en marcha, el presidente se desentiende de las labores que le atan al club, "... hasta que se necesitó otro ordeño de dinero por falta de liquidez". Las reuniones tenían lugar "... en un local, debajo del Bar Cañares (después Rincón y Deportivo)". El alcalde solicita colaboración a los industriales y comerciantes de Caspe para que aporten regalos y hacer un sorteo. "El número agraciado se hizo coincidir con el premio de los Iguales, pero como no fue vendido y ya teníamos los obsequios en nuestro poder, volvimos a encargar talonarios. En la segunda ocasión sucedió lo mismo y entonces optamos por repartir los regalos entre los jugadores como pago a lo que se les debía".

A Alfonso Pérez Morales no le gusta el fútbol en demasía y su paso por el C.D. Caspe viene marcado únicamente por el rango oficial que ocupa en la población. "Por esa indiferencia ante el juego del fútbol veía los partidos con menos apasionamiento y más frialdad. Siempre me llamaba mucho la atención lo exaltados que se ponían algunos aficionados, algunos de ellos personas muy cabales y sensatas. En cierta ocasión uno de ellos increpó al árbitro, ¡Te voy a matar! A continuación, no pude por menos que preguntarle si efectivamente decía lo que sentía. Al obtener una respuesta positiva mostré, más si cabe, mi extrañeza por el cambio que la pelotita obraba en las personas".

Como ya se ha dicho, el Caspe sale victorioso del partido inaugural. Al domingo siguiente, empata en Barbastro. Pero estos logros no abren el camino del futuro más inminente, todo lo contrario, a partir de ese momento aparece una profunda sima donde cae sistemáticamente ante sus contrarios: dos a cinco con el Mequinenza. Nueve-dos en Numancia. Siete a cero en Monzón. Pierde cero a tres frente al Teruel. Seis-cero con el Aragón y nueve a uno en el campo del Épila.

Los caspolinos tuvieron el desagradable privilegio de caer por goleada con el conjunto que más goles encajó de todos y tercero que menos marcó a sus rivales. Manuel Ráfales Jarque recuerda con una mueca de complicidad: "Soto se lesionó justo al comenzar y el chaval que lo sustituyó fue un continuo coladero". Ráfales y Javier se convirtieron en auténticos guardaespaldas del voluntarioso arquero, intentando tapar las repetidas descargas del balón en la red, "eso sí, con escasa fortuna".

Tras la goleada en Épila y una nueva derrota en casa frente al Barbastro, el equipo vence contra pronóstico en partido de rivalidad comarcal, en Mequinenza, por cero a uno, gol de Pascual Diego. La Junta aprovecha la circunstancia para mandar una misiva a los socios, incitándoles a la asistencia al campo del Plano para animar a sus colores. La iniciativa tiene éxito, el equipo empata a cero con el Numancia y Teodoro Ruiz publica en la "Hoja del Lunes": "Buen encuentro el presenciado en el estadio caspolino. El Caspe presentó una alineación totalmente local sin petardos forasteros".

Pero 1968 no propiciará sólo reminiscencias agradables. El club vive en los tres primeros meses del año un indeseado torbellino interno.

El rearme moral propiciado por el aliento de los aficionados no encuentra la deseada compensación y los siguientes compromisos vuelven a ser derrotas. El tercero, un choque de rivalidad con la visita del vecino Escatrón en el que la expectación preliminar degenera en penosos incidentes que ensucian el buen talante deportivo. Teodoro Ruiz declara en su crónica: "Catastrófica actuación del trío arbitral. La afición exasperada pidió a voz en grito la retirada del Campeonato". El lunes, y con carácter de urgencia, se reúne la Junta para tomar una decisión. La "Hoja del Lunes" titula con destacada tipografía: "¿Se retira el Caspe?"

Los directivos ratifican la permanencia en el torneo, pero al domingo siguiente el viaje no se produce, si bien, la falta no responde a un plan premeditado. "Estando un día en el Círculo..." -relata el presidente-, "...me avisó un guardia que esperaban los taxis en la plaza para el desplazamiento a Teruel, ya eran las doce del mediodía y sólo había cinco jugadores para salir. Al comprobar la veracidad de la información fui a Telégrafos para cursar un cable disculpando aquella situación por enfermedad de los jugadores". El Comité de Competición adopta una severa postura ante la incomparecencia. Da el partido por perdido a los caspolinos y aprueba un duro texto que queda recogido en la Memoria de la Federación Aragonesa de Fútbol: "El Club Deportivo Caspe, por una antideportiva actitud de su Directiva, dejó de presentarse a su partido con el Teruel, al que debía visita del partido de la primera vuelta, por lo que fue sancionado con tres puntos de penalización en la clasificación general y a subvencionar al Teruel con el promedio de las recaudaciones obtenidas en sus partidos. Tenemos que lamentar este hecho y otros antideportivos producidos durante la competición, hechos que en modo alguno deben repetirse, porque perjudican el prestigio y buen nombre de los clubs".

La Junta Directiva, temerosa por lo ocurrido y sus secuelas, manda llamar a los socios para comprobar el estado real del descontento. La asamblea se celebra el sábado 9 de marzo. Al día siguiente se suspende el Caspe-Binéfar: el terreno de juego está anegado de agua. No era necesario. Los asistentes no habían aprobado el abandono y el equipo debe terminar como buenamente puede la Liga. Se ha salvado la integridad del club puesta en duda, gratuitamente, por el órgano federativo.

Pero otro problema acucia la marcha del equipo. El entrenador Les tiene una discusión con el veterano Soto y decide marcharse del club. El técnico reclama en su Colegio el resto del contrato y recibe en la plaza Salamero de Zaragoza las ocho mil pesetas que se le adeudan. "Guardo muy buenos recuerdos de mi etapa en Caspe. Ver jugar a Cardona con 16 años fue una de las decisiones que mejor sabor de boca me dejaron al final."

Por otra parte, el Club Polideportivo San Antonio, en su primer año de vida oficial, inscribe el 17 de noviembre de 1967 un equipo con el nombre de Caspe B en la Segunda Regional, Grupo Tercero (Bajo Aragón). Para asistir a los partidos confecciona unas tarjetas: socio, 200 pesetas; abono tribuna, 150; preferencia, 100, y femenino e infantil, 60 pesetas.

La ciudad respira un creciente interés por el deporte y buena prueba de ello es la fundación en el mes de junio de 1968 de una nueva entidad: el Club Polimóvil de Caspe.


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