Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1956/57


A pesar de las directrices emanadas en la última asamblea de socios, la elección de don Alejo Lorén Albareda como presidente del Club no cristaliza (lo será años más tarde y también en circunstancias delicadas). Ante el cariz que toman los acontecimientos y viendo la nula posibilidad de encontrar una solución consensuada que evite el desastre (la sociedad está tocada de muerte deportiva y económicamente), acuden varios directivos a una sesión plenaria del Ayuntamiento y proponen al alcalde que se haga cargo de la situación. Los aficionados don Emilio Peralta Villanova y don Emilio Gómez Fuertes se encargarán del trabajo que genere el día a día si don José Garrido Sancho asume la representatividad social. La opción es compartida y aceptada por todos y el C.D. Caspe supera así el riesgo de prolongar por más tiempo la incertidumbre sobre su futuro.

La Federación Española de Fútbol asume el criterio de ampliar los grupos de Tercera División a 18 equipos cada uno. Por ello no se aplican descensos y la categoría se completa con los primeros clasificados de Primera Regional. Ascienden por méritos propios Fraga y Jaca, campeón y subcampeón, respectivamente. Además, obtienen plaza de ascenso Zuera, Cariñena, Mequinenza, Barbastro, Triasu y Ejea. Como quiera que el Zuera renuncia a inscribirse en la nueva categoría se produce un corrimiento numérico, adjudicando por derecho la nueva vacante al Caspe. No obstante, el señor Garrido Sancho mantiene una entrevista con el presidente de la Aragonesa, don Eduardo Baeza Alegría (que había sido gobernador civil de Barcelona y al que había acudido otras veces en demanda de recomendación para caspolinos residentes en la Ciudad Condal), y asegura de este modo la participación del C.D. Caspe en categoría nacional por primera vez en su historia.

Una vez realizada la oportuna gestión y conseguido el deseado objetivo, queda ahora el trabajo necesario para preparar un conjunto que responda con garantías al reto asumido. La dirección técnica se le encomienda a un joven abogado, establecido recientemente en la localidad y que ya perteneciera a la disciplina del Club. De allí, pasó después por el Arenas, Hernán Cortés, Atlético Universitario, Cariñena y Jaca, se trata de Florencio Repollés Julve, que simultaneará las labores de entrenador y jugador. La plantilla se compone en su mayoría de jugadores locales, reforzados por tres fichajes: Irurita y Mayayo, procedentes del Cariñena, y Martín, del Colegio del Pilar de Madrid.

El cuadro está compuesto por:
Porteros: Fandos y Mayoral.
Defensas: Javier, Abadía, Lerín, Andréu, Hernández e Irurita.
Medios: Roca, Pascual, Mayayo y Martín.
Delanteros: Florencio, Burillo, Ramió, Bret, García, Lasheras, Rocañín, Maza y Pueyo.

El uniforme consta de camiseta azul y pantalón blanco y la sede social está ubicada en el bar Suizo, calle Generalísimo, 12. Las pretensiones del nuevo presidente, como atestigua la entrevista concedida al zaragozano Amanecer, "...son bien modestas: salvar el bache moral y económico en el que se encuentra el C.D. Caspe y hacer un decoroso papel en la competición liguera". Sin duda, el dinero es el gran caballo de batalla de la Junta Directiva, como reconoce su máximo rector en el trabajo periodístico ya mencionado, "proporcionalmente, las cargas económicas que pesan sobre estos clubes modestos son grandes. Deben los organismos federativos superiores liberarles de todo lo que se pueda, si no se corre el riesgo de hundir a estos equipos. La carga más molesta en estos momentos para el Caspe, natural y obligada, es el recibo arbitral. Cada desplazamiento supone unas 1.400 pesetas, prácticamente la totalidad de la taquilla, por lo que en diecisiete partidos constituye una partida fortísima en nuestros presupuestos".

Pero el coste arbitral no era el único quebradero de cabeza que rondaba a este soriano afincado en Caspe por motivos laborales, sus profundas convicciones le hacían temer y recelar la envidia que podía despertar entre los jugadores locales, que batallaban únicamente por amor a sus colores, la ya importante cifra de 1.000 pesetas que cobraban los refuerzos. Como decía don Luis Gavín Ráfales, "...nuestra gratificación eran 200 pesetas de lotería de Navidad".

Cerramos el capítulo de gastos con una cuenta que junto a las dos anteriores constituye el mayor desembolso de la entidad: los viajes. Este año adquiere don Claudio Perdiguero Peña un Renault de nueve plazas (ocho más el conductor) del año 1935, con el que viajan por toda la regional. Posteriormente compra un Citroën con matrícula Z-2929, también de nueve plazas, dedicado al mismo menester y por el que cobraba "..a razón de tres pesetas el kilómetro".

Por contra, el C.D. Caspe recibe una subvención de 5.000 pesetas el 30 de enero 1957, cuando ya era alcalde (desde el 9 de diciembre anterior) don Miguel Morales Cortés.

En el aparato deportivo la campaña fue también complicada. Comienza la Liga sumando expectativas al acumular siete puntos en los seis primeros partidos, se obtiene con ello la mejor clasificación de toda la temporada, ocupando la sexta plaza. La mayor parte de los jugadores era la primera vez que participaban en Tercera División. Pero en la séptima jornada el Caspe viaja a Binéfar y cae derrotado por siete a uno, severo correctivo presagio de lo que está a punto de suceder. Los dos siguientes compromisos, frente Barbastro en casa y en el desplazamiento a Tauste, suponen la pérdida de los puntos en juego y van a marcar el futuro más inmediato.

Previniendo la crisis que se avecina, el Club realiza algunos fichajes con el objetivo de paliar la negativa situación resurgente (Blázquez, Mariano Gómez, Goñi, Lombardía), se recuperan posiciones levemente, pero la lucha es dura y en el empeño no se consigue otra cosa que acabar la primera vuelta en decimotercer lugar de dieciocho equipos concurrentes. A lo largo de las siguientes semanas se incorpora más gente a la plantilla (Villar, César, Ilardi, Manuel Gómez), pero los resultados no llegan y termina la Liga en antepenúltima posición. Han pasado un total de veinticinco jugadores, de los que diez son fichajes. Los cinco hombres que más veces visten la camiseta azulina del Caspe son Irurita, Javier, Abadía, Roca y Pueyo.

Lombardía tan sólo juega media temporada, pero su concurso resulta muy destacado, según nos dice don José Cubero Zabay, "...era un asturiano que hacía la mili en nuestra región. Su comandante estaba casado con una caspolina y por ello vino a Caspe. Se negaba a cobrar, receloso de los reparos que le pudiera poner su superior, aunque algo le dieron".

Asimismo esta temporada juega con el Club Deportivo Caspe Mariano Gómez Callao, "...ese año fiché por tres equipos: Caesaraugusta, Caspe y Villanueva y Geltrú". Mariano residía en Zaragoza desde los quince años y empezó a jugar con el Renfe, un equipo formado por Daniel Barajas y que accedió a la Tercera División. La temporada anterior (55/56) hace una prueba con el Zaragoza y Juanito Jugo lo ficha para el juvenil "B", ascendiendo a continuación al "A". Ese mismo año forma con la selección aragonesa. Ya en la 56/57, terminada su temporada juvenil, ficha por el Caesaraugusta, un equipo amateur dependiente del Zaragoza, a los pocos partidos, y por mediación de Florencio Repollés, firma por el Caspe hasta enero, cuando termina los estudios en la Renfe y es destinado a Villanueva y Geltrú.

Otro jugador que ficha por el Caspe recorre una serie de vericuetos inimaginables: Pedro Villar Buil, "...con 17 años estudiaba en Zaragoza y firmé por el Atlético Monzón, aunque nunca llegaría a jugar, ya que las comunicaciones no eran buenas". En un Caspe-Chiprana "me alineé con el Chiprana porque vivía en la Torre de Baños". El partido le sale redondo y los responsables caspolinos se interesan por él, "...de tal forma que tuvieron que pedir la baja al Monzón para poder jugar con el Caspe".

En general, el Club Deportivo Caspe paga cara su inexperiencia en una categoría que le era ajena hasta entonces, a pesar de ello mantiene la Tercera División (extremo que no logrará en la siguiente temporada). Se marcan un total de cuarenta y cuatro goles, de los que Pueyo materializa doce, adjudicándose el honroso título de máximo goleador, le siguen Rocañín con ocho y Florencio con cinco. Y cinco son también, de los treinta disputados, los partidos que no alcanzan los caspolinos a llevar el balón a la red contraria.

Finalizada la Liga, el Club se inscribe en la Copa de Primavera, competición de treinta y dos equipos repartidos en ocho grupos. El grupo séptimo, formado por Mequinenza, Caspe, Fraga y Torrente da como campeón a los mequinenzanos, que pasan a la siguiente ronda.

El Caspe B se inscribe en la segunda categoría regional, grupo segundo, con Alcañiz, Valderrobres, Escatrón, Calanda y Sástago. La clasificación no es buena, adjudicándose la penúltima posición, con los mismos puntos que el colista.


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