
Decidimos, junto a la Junta, otorgar este año a Javier Romero por su trayectoria, por su comportamiento con nosotros, por su cariño en unos momentos dados. En fin, ese es el resumen.
Más que nada la trayectoria. Indudablemente Javier Romero defiende sus colores en los equipos que ha estado y, bueno, ha sido amonestado, ha sido expulsado, pero, el valor humano ¿no?
Al final, cada uno defiende su parcela, pero, indudablemente, si después te sientas, dialogas y eres una persona humana, pues de eso se trata, también los árbitros nos confundimos.
Intentamos en el Comité de Árbitros llegar al entendimiento. El diálogo tiene que ser continuo, incluso, pospartido también.
Al final, estamos todos en el mismo mundo y en el mismo círculo. El fútbol sin árbitros no sería fútbol y el fútbol sin jugadores, entrenadores, directivas y equipos tampoco lo sería.
Creo que el árbitro es fundamental para que el fútbol siga adelante.
La única forma que tenemos de poder ayudar es inculcarles a nuestros jugadores, sobre todo, valores, respeto y que se comporten como se tienen que comportar en un terreno de juego.
Creo que a nosotros, tanto al cuerpo técnico que me rodea durante todos estos años atrás como en mi persona, nadie nos puede decir nada. Y si no lo dice nadie, sí que puedo decir que en eso podemos ser algo de ejemplo.