
Sabíamos que el partido iba a ser difícil porque era un campo de tierra. Eso siempre cambia mucho el juego y, sobre todo, para nosotros.
Me quedó con la actitud final del equipo que, a pesar de ir por detrás en el marcador, nadie bajó los brazos. Luchamos cada balón con mucha intensidad. Un punto que sumar fuera de casa siempre es bueno.
Estamos viendo que hay campos de césped artificial, natural, otros de tierra y que hay que adaptarse al rival y al campo.
Tenía muchas ganas de volver, después de tanto tiempo, a sentir esa sensación de jugar en casa y, la verdad, es como volver a tener dieciséis años. De volver a pisar el campo y entrenar con las mismas ganas.